No muy a menudo se habla sobre lo complejo que es la tarea de conducir un vehículo, por el contrario, se puede llegar a percibir como actividad que no requiere de mucho esfuerzo.
“Es cuestión de frenar, acelerar, girar, saber estacionarse, cambiar de carril, conocer las reglas de tránsito y tener cultura vial” incluso podría suponerse que sólo se requiere de practicar un determinado tiempo para perfeccionar y automatizar la conducción.
Es posible que un número importante de la población de conductores haya aprendido a conducir de forma empírica, es decir, que lo que aprendieron de esta tarea fue informal, sea a través de un familiar o de un amigo, algunos seguramente solos y con algunos cuantos sustos.
¿Será que esta forma en la que aprendemos a conducir, no nos permite dimensionar su complejidad?
Exploremos mediante un ejemplo como algunos aspectos complejos están presentes en una maniobra cotidiana que ejecutamos prácticamente todos los días.
- Para realizar una maniobra de incorporación a otra vía un conductor tendrá que tomar en cuenta en fracción de segundos varios elementos antes de incorporarse: el vehículo que tiene enfrente, el que está detrás, la motocicleta que tiene a un lado, el flujo de vehículos de la vía a la que pretende incorporarse.
- Requerirá entonces de su atención dividida que le permita observar los diferentes estímulos, no identificar alguno lo pondría en riesgo de colisión.
- La percepción en la situación anterior permite al conductor calcular la distancia y la velocidad a la que transita el vehículo sobre la vía principal, así como el espacio del que dispone para ingresar, ¿qué consecuencias podría tener una errónea percepción de la información para realizar la incorporación?
- Pensemos que un conductor novato está tratando de hacer esta misma incorporación y el vehículo detrás de él le está tocando el claxon para presionarlo a avanzar rápido, ¿a qué estímulos del tránsito les prestará más atención? ¿tendrá errores de percepción?
- Las emociones como el miedo o estrés constante alteran nuestra capacidad de atención y nos contagiamos con mayor facilidad de las discordancias sociales, muchos de ellos generadores de conflictos viales que potencializan la probabilidad de un accidente.
Este ejemplo cotidiano nos permite identificar algunas de las complejidades de la tarea de conducir, y que lo que observamos es la acción de quien ejecuta la tarea, pero es imperceptible a la vista el proceso que ésta implica.
La tarea de conducir implica aspectos que van más allá de obtener conocimientos o habilidades con los comandos (pedalera-volante-instrumentos) hay aspectos muy importantes y relevantes, de carácter biológico como la visión, la audición, los reflejos; al igual que los psicofísicos: atención, percepción, memoria y emociones, así como algunos aspectos socioculturales.
Un reconocimiento para todos los conductores que tienen que enfrentar una serie de situaciones complejas a diario en diversidad de vehículos muchos de los cuales ya en sí hacen más compleja la tarea.
Sin duda conducir no es una acción fácil, son muchas las vidas que cuidar y proteger, dignificar la profesión del conductor reconociendo sus complejidades es una tarea importante para los tomadores de decisiones en relación a la movilidad y seguridad vial en nuestras flotillas.